jueves, 8 de octubre de 2009

El anarquista


Hace un tiempo me ronda por la cabeza una conjetura fantasmal: que la democracia ha dejado de serlo para transformarse en una mera subsidiaria del poder económico. Yo suponía que esta idea era vieja y por tanto inocua, pero una noche, hace un par de años, cuano la esbocé entre copas sobre una mesa de viejos amigos, todavía dio pelea y me llamaron hasta anarquista, cariñosamente, mientras me servían otra copa.
Yo no me refería a eludir ni puentear a la democracia (mucho menos en preferencia a otro sistema) sino a tener mucho cuidado de llamar a esto democracia. Porque alguien puede pensar que esto es verdaderamente el gobierno del pueblo y así, confundirse tanto, verse engañado de tal forma que prefiera en serio otra cosa, lo que sería realmente peligroso. Por eso propuse inventar alguna nueva palabra para nominar a esto que nos gobierna desde hace, digamos, medio siglo.

El ciudadano medio, por ejemplo, (solo del medio hacia arriba, claro) goza desde hace un tiempo de unos determinados derechos sociales dignamente ganados por nuestras generaciones anteriores. Ahora, justo ahora cuando la cosa se pone complicada -que son los momentos para los que se creó aquella protección- se habla de eliminar algunos de aquellos derechos, porque -según dicen- son esos derechos (nunca la avaricia de los poderosos) lo que no nos permitiría salir de la crisis.
Asi que me pregunto para qué sirven las leyes si cuando la cosa se pone difícil (o sea justo cuando hay que usarlas) se opta por hacer una excepción y no cumplirlas. O, dicho de otro modo, no me digan que esto es el gobierno del pueblo.

Probablemente, leer a Zygmunt Bauman (Tiempos líquidos/Tusquets) -que compré por casualidad una tarde de este verano en Buenos Aires- sea un poco deprimente; pero es que Bauman, dice unas verdades grandes como un tronco y quizá sea eso lo que me atrae; ese bálsamo que uno siente al toparse con una madera de verdad mientras nada en un mundo sucio, lleno de mentiras y de eufemismos. Aunque algunos viejos amigos me tenían más cerca a mi, me juego una apuesta contra el mundo a ver quién es más anarquita, si él o yo.

Foto: El anarquista, visto en el Aeropuerto de Roma, Fiumicino, el 15 de julio de 2007

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