Habíamos llegado allí vía Milán, en unas mini vacaciones de seis días, pero de esas que forzando kilómetros, horas y rincones, te trasladan en el tiempo y terminan pareciendo eternas.
Una tarde me decidí a visitar Varazze -la ciudad donde hace 88 años nació mi padre- y estaba dispuesto a hacer lo que sea hasta dar con algún "Carletti" (en este caso, permítanse las comillas). Todo empezó bien porque al llegar a la ciudad el GPS del coche situó perfectamente la calle Cerruti, allí donde mi padre me dijo que había vivido unos pocos meses antes de tomarse un barco hacia la Argentina y modificar la historia que ahora yo pretendía encontrar. La calle era corta y las perspectivas buenas, pero llegué sin contacto previo, así que empecé a tocar timbres al azar y a preguntar a los ciudadanos de a pie en un débil italiano: "Disculpe, estoy buscando a algún Carletti. Mi padre me dijo que vivían en esta calle, ¿conoce a alguno?"
Todo apuntaba a resolver un enorme enroque del tiempo, confundido de lugares, perezoso de alinearse otra vez con la historia que, en ese mismo instante, pretendía agregar una fotografía pasajera a la postura firme de mi nono Antonio. Fueron sólo un par de consultas: "Siga unos pasos hacia allá, ahí, en esa casa naranja viven los Carletti".
En el listín de portales de la entrada estaba escrito mi apellido, "Carletti". Sentí cómo la historia me miraba a la cara, coincidía con ella -el país, la ciudad, la calle y el nombre- aunque aún me preguntaba si de verdad algo de eso sería mio y si sabría bien quién era yo. De todas formas, aunque desconociera el tiempo, le diría que yo conocía algunas versiones del lugar; o viceversa.
Entré a la casa naranja. Lo primero que atiné a hacer fué sacar de mi bolsillo el papel doblado para mostrarle a Guido Carletti el árbol genealógico que me había hecho mi padre. Fue ahí cuando se produjo el contacto directo con la historia; mientras ambos, así, sin más, descubríamos quiénes éramos. Se determinó sin lugar a dudas que nuestros abuelos eran hermanos, nuestros padres primos, y Guido y yo, primos segundos. ¡Avanti!
De inmediato, sentado, fui invitado a un café y a ver una infinidad de fotos que tenían el mismo color que el café. Pero la más impresionante fue la primera: mi abuelo, mi abuela y mi padre bambino de cuatro años, una foto de 1926. Esa foto yo la identificaba solamente en Buenos Aires; esta era una copia que había sido enviada hace más de 80 años de vuelta al origen, para que la famiglia supiera de las andanzas de aquel hermano por tierras sudamericanas y viera cómo crecía el bambino.
¿Qué hacía eso allí si era mio? ¿Cómo podía yo desonocer eso? Quizá uno estaba volviendo al origen. Pero cuando me pregunté (muy confundido) a cuál de todos supe que era al original, al del origen de verdad. Un recuerdo mío dormía allí, cobijado por mi desconocimiento. Estaba viendo una parte de la historia del tiempo.
(Fotos: Nico) El centro de Varazze a escasos 400 metros de la casa naranja. Foto vieja: Antonio Carletti, Catalina V. y el bambino, Guisseppe Carletti, mi padre. La calle Cerruti y un costado de la casa naranja.
El título "Breve historia del tiempo" está inspirado en la obra del mismo nombre del científico Stephen Hawking.