sábado, 3 de octubre de 2009

Conversaciones con El Gaita (l)

Juan llega tarde. El Gaita ya va por la tercera...
-¿Qué hacés nene?
A la camarera,`Un Rueda Verdejo, por favor´.
-Sigues conservando ese toque de chaval mariquita, eh. ¿Por qué no te pides una cerveza?
-Dejate de joder Gaita, pasate al buen gusto, haceme caso.

Hace meses que no se ven. El Gaita y Juan mantienen sus diferencias, la guardia alta en una lucha que se les vence con los años. Pasa el tiempo, cada encuentro es como un ajedrez revuelto. Ambos saben que es mejor darlo por perdido y dedicarse a otra cosa. Pero se resisten.

-¿Te has cortado el pelo?
-No. Nadie se auto-corta el pelo.
-Vaaaleee.
-No, vale no. Tengo hambre y está mal formulada la pregunta. Es más importante el verbo ir, que cortar.
Interrumpe otra vez.`¿No puede ser en un vaso bajo de esos... Si, gracias´.
-Cortar... Ir, Gaita, ir. Sobre todo para mi, que aún puedo caminar, pero ya no tengo mucho para cortar ahí. ¡Jiri-poyas!... ¿Y de qué te reís?
-Llevas años aquí y no has aprendido ni los tacos, bah...
-¿Querés uno de allá? Andatealarrrrrep....
-Vale, vale. Oye, tengo una sospecha. Por casualidad ¿no te has ido a cortar el pelo, pedazo de cabrón?
-Si, poco y mal.
-Gracias por responder. Bueno, dejemos el pelo...
-Si, yo lo vengo dejando hace rato. Pidamos algo ya, por favor.
- A ver... ¿carne o pasta?
-¿Qué es esto, un avión? Te traigo aquí para...
-¡Pero si estos sitios que te gustan a tí son una mierda Juan!. Lo que te quería decir, escucha, es que no puedes seguir analiz...
-Sí, ya sé. Lo que te dije por teléfono no venía al caso, pero yo no puedo más con Yolanda.
-Eso ya lo sé... Qué ¿que pasó ahora?
-Es una mina que tiene las curvas al revés.
-¡Ja! ¿Y eso?
-Si, imaginate: la nariz ganchuda, el culo chato, tetas cóncavas...
-Para, no empieces a hablar raro. Habla en español tradicional, en serio ¿puede ser?
-No es una parábola de nada. Te digo que esa mina es al revés.
-Esta bien. Pero en todo caso ¿ahora te das cuenta?.
-... La mitad del tiempo no lo supe, la otra mitad no quise asumirlo, la otra mitad ya no supe qué hacer.
-No existe nada con tres mitades, ¡qué dices!
-En el caso de Yolanda, sí. ¿No te digo que no es normal?
-Has dicho que es al revés, que es distinto. Y además eso dependerá de dónde estés parado tú.
-No provoca cosas normales. Logra que interprete en tres mitades. Fijate vos...
-Tú interpretas demasiado. Estás jodido, eh...
-Si, no para de caerse. Hacia arriba se cae. Mirá... mirá...

No hay comentarios: