viernes, 26 de diciembre de 2008

Resquicios para el 2009



Es como haberse dado cuenta de que esto siempre será así, por la eternidad. Lo mismo que en el espacio sideral el estado natural de las cosas es el frío y la oscuridad, sólo hay luz y calor cuando por casualidad aparece un astro que contiene energía, energía finita. Aunque es cierto que uno alza la vista y siempre hay uno dando vueltas por ahí.
Así en la vida, el estado natural de las cosas pareciera ser la estupidez, la malicia y la calamidad. Pero la vida bella, la nobleza y la sensatez encuentran de vez en cuando sus resquicios. Se saben escasos y en una desventaja absoluta, pero con cada mirada o con cada gesto, fisuran y penetran la gruesa capa de necedad imperante en este infinito mar de sociedades anónimas.
No triunfan. Insisten.

"Soy gaucho entiendanló / como mi lengua lo explica, / para mi la tierra es chica / y pudiera ser mayor. Ni la víbora me pica / ni quema mi frente el sol."
El gaucho Martín Fierro. José Hernández, (1872)

(Foto: Nico)

sábado, 20 de diciembre de 2008

El teorema de esos tales (I)



Además de frío y mal humor, el invierno ha traído hasta mi abrigos conteniendo retazos de una vida pasada. Un invierno pasado, pañuelos olvidados, bolígrafos perdidos, monedas sin interés y tíckets que no debieron guardarse.
¿Para qué guarda uno cosas? Algunas fueron drásticamente olvidadas, nadie tuvo intención sobre ellas, quizás ni siquiera en aquel momento se haya percatado nadie de que quedaron allí. Lo cual, aplicado a las personas, sería lo más triste que pueda cualquiera soportar. La tristeza y la soledad, elevada a su máxima potencia.
En cambio un ticket de un café, guardado entre miles de otros que fueron dignamente arrojados al fuego del olvido eterno, si sigue ahí, es porque hubo intención. La intención de que el objeto actúe algún día como un puente hacia el pasado.
¿Y para qué pretendería uno recordar? Recordar es acercar ficticiamente el ayer a hoy. Y así al transportarlo y verlo lo declaramos como no muerto todavía. Pero manipular el tiempo siempre fue una experiencia peligrosa, difícil de entender, aunque es Stephen Hawking quien de verdad sabe de esto.
Peligroso, a veces difícil de entender ¿tanto más distinto que vivir?. Todo conlleva un riesgo. Si vivir implica al menos el riesgo de morirse, recordar muchas veces puede significar seguir viviendo sin entender nada. Y así y todo la gente elige vivir, como también decide guardar cosas y recordar.
Casi en cualquier instancia, aquellos que pintan, aman, escriben, sobre todo los que hablan. Cualquiera de esos que de alguna forma se exponen ante sí mismo o ante los demás corren un riesgo muy alto. Al menos el riesgo de equivocarse. Pero la gente lo sigue haciendo. Porque cuando eso no sucede es que ya esta muerto.

Un ticket de hace un año. El último café con pulguita que me sirvió Tomás en el Abasota y la cuenta final con los cafés adeudados antes de marcharme del barrio. Tengo que volver al Abasota.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Tres cuartos de lo mismo



Lo único que faltaba, que me mirara la japonesa esa que iba sentada detrás mío en el autobús. Por favor... Fue la gota que colmó el vaso.
Había quedado con Edmond en el Vips de Génova a las 15 hs. Pero la tarde ya venía jodida ¿Cómo puede sentirse uno con una parrillada de verduras y bebiendo una copa de vino rosado cuando acaban de enviar al garete a la mismísima Ragazza di Trieste? Sí, de patitas a la Fontana di Trevi, sin bañador y en invierno. Uno se siente un miserable (por no decir que uno se siente para el orto) un traidor, que escapa de la guerra, evitando las balas y untando con aceite de motor el sandwich para los próximos tres o cuatro días.
La charla con Edmond derivó mal, muy mal. Ya estaba planteado todo, lo de él, lo mío, todo se iba al garete. Y después los nachos con queso, la parrillada y la lágrima tendida que esta vez caía desde el primer piso en balcón hacia el hall central, sostenida por unas 200 personas, aplausos, pancartas y mutismo.
La moción de hacer algo no coló. Alguien por allá dijo que estaba "cansado de aplaudir..." y no sé qué. Lo miré seriamente a ver si era yo. Ambos eramos oriundos del Río de la Plata. Nos juntamos afuera con unos cuantos más y que bla, bla, bla. No coló, no coló...
No supe decirle que no era una buena tarde para mirarme. Pero se ve que lo intuyó de alguna manera, porque no dijo nada, se bajo del autobús y la perdí para siempre.

(Foto: Nico) Viernes. Vista de una tarde jodida desde el autobús 27.