viernes, 25 de abril de 2008

Lado A. Todo lo que diga está de más...



...porque "las luces siempre encienden en el alma". Afuera, en el exterior, o del otro lado del borde del mundo, ahí encienden siempre. Pocas veces uno puede estar tan seguro de estar ahí.
Un Fito Paez solo, con un piano y una voz impecable, se paseó dos horas y media por el escenario para fabricar, con unos invitados de lujo y unos arreglos por momentos exquisitos, una unión de sonidos mágicos en una noche cualquiera.
En la pausa entre el segundo y el tercer tema, Fito miró el piano, pensó y se dibujó espontáneo un diálogo abierto entre él y el autor de este blog. Cara a cara, desde el piano a la fila 6, ida y vuelta:

Fito Paez: Bueno... vamos a ver si me sale esta.
Nico Carletti: ¿¡Cómo no te va a salir, Fito!?
Fito Paez: Aaaaaaah... puede fallar. Si falla, es que está vivo.
(Aplausos)


Joaquín Sabina, Pablo Milanés, Ariel Rot y hasta temas de Giros (1985). No sólo hubo un Bis A de una media hora. A las doce en punto, después de 10 minutos de gritos y aplausos, volvió a salir para un Bis B. "¿Y ahora qué toco?", dijo, sabiendo mentir el as en la manga. Desarma y sangra, un tema de Charly García con Serú Girán en los '80. Fueron quince minutos más. Dos metros por delante de la fila uno, en el borde mismo. Con los dos brazos apoyados sobre el escenario, volví a escuchar y a gritar, "Volar, volar, volar, volar, volar. Cómo es Alberto volar al más allá". Alberto no respondió. Pero todos supimos que Rosario siempre estuvo cerca. Igual que los que no estuvieron.

(Foto: Nico) Concierto de Fito Paez en Madrid, 24 de abril de 2008.

miércoles, 23 de abril de 2008

Eso que se decía hablar



Hubo una vez el correo y el encuentro en una esquina. La letra escrita y la voz. Después, el teléfono, móvil. Después los sms, después, ¿el silencio o qué?
En el correo tradicional escrito había (hay) distancias y tiempo. Así que internet y el maravilloso correo electrónico -que será electrónico pero al menos es escrito- bienvenido sea. Es un simple canje. Tinta por dígitos, papel por pantalla. Pero ¿y la voz y el mirarse a la cara?

Un niño de 12 años coge su teléfono móvil (el suyo) y hace una llamada telefónica a sus padres para avisarles que ha llegado de jugar del parque y ya está aquí, abajo, dentro de la urbanización. El niño estaba a 15 metros del portal de su vivienda, podía ver con sus propios ojos su casa. En definitiva, que si caminaba unos metros se ahorraba la llamada, hacía ejercicio (que le hacía falta, de paso) y hablaba personalmente con su papá o su mamá. Decía un "¿hola?" real, no virtual.
Hay chicos que chatean a metros de distancia, vereda a vereda, balcón a balcón. Yo, me iba en bicicleta a lo de mis amigos. Eso fue... el año pasado. Ya sé, me lo veo venir. Aquí, cambio, un viejo romántico, cambio, que prefiere todavía hablar por teléfono, escribir o mirar, que enviar un sms, o chatear. Stop. Tenga cuidado con lo que piensa. Lo de viejo ya puede dolerme.

Pero usted ¿qué quiere, comunicarse o intentar que no sepan que se está comunicando?. Cómo es esto de que la gente está prefiriendo comunicarse de la forma más virtual posible, la forma más lejana. ¿No era que la maravilla era haber llegado a escucharse en la distancia cuando se popularizó el teléfono a inicios del s. XX? La gente tiene miedo (o no sé qué) de mirarse y ahora, hasta de hablar. Me niego al virtualismo extremo que nos amenaza. Si el sms le gana al llamado telefónico, cierro y me voy. ¿Tomaremos un café usted en el quinto y yo en el octavo mirándonos con una web-cam? Me bajo. Desaparecerán los cafés, ¿de qué viviría yo?

Para comunicarme con una persona, yo pienso un poco, armo palabras una tras otra (a veces, muchas) y las escribo o emito en forma sonora por mi boca. Hablar, se llama o se llamaba hablar, escribir, decir. El pobre chico de Doble de móvil, se lo perdió, o probablemente, no lo sabe hacer. No sé que edad tiene, pero juro que me la imagino.
Sí, nostálgico, romántico, hasta retrógrado... Lo que me parece retrógrado es preferir un sms a escribir. Un chat, a encontrarse en un bar. Lo que me parece cobarde y vulgar es esconderse tras un mensajito, no tener huevos para verse a la cara, mirarse. Invitar a tomar un café, dar un beso, si fuera necesario. En todo caso, yo prefiero una muy buena bofetada.

A raíz del comentario de Lúcida en Doble de móvil: "Hoy en día parece que escuchar una voz por teléfono es algo fuera de lo normal..."

lunes, 21 de abril de 2008

Ver nunca más


Una mujer ciega, de unos 50 años, espera en el andén de la estación del Metro Ligero que utilizo todas las mañanas para ir a mi trabajo. Imposible que acierte con la puerta del tren, ceguera total. La guío para subir, hay poca gente, la acomodo en un sitio. Pregunta y se entera de que soy de esta zona. Me informa que va hasta Alonso Martínez. Yo, sigo un poco más. Me quedo cerca de ella, me pongo a escuchar mi música preferida. Hoy no escribo ni leo. Miro.
Para ambos hay el mismo trasbordo. Le chequeo los billetes de salida del Metro Ligero y entrada en el Metro tradicional. Uno a uno. Primero, usted.
La línea 10 de Metro, abarrotada de gente a las 9.20 de la mañana. Aunque según ella no hace falta, pido en voz alta "un asiento para la señora, por favor". Pierdo contacto. Está sentada delante de dos personas que me impiden verla en todo el resto del viaje. Mucha gente. Cuando se fue no pude ni desearle un buen día. Cuando se fue, creí comprender un poco más lo que es la ceguera. Yo, a ella, no volveré a verla nunca más.


(Foto: Nico) La protagonista, sentada en la linea 10 del Metro de Madrid. Lunes 21 de abril, 09.20 hs.

viernes, 18 de abril de 2008

Lo bello y lo triste



Un cachorro abandonado. O ¿cómo se puede graficar en una imagen lo bello y lo triste? Yo lo descubrí como nunca hace algo más de un año, sentado en la butaca, mientras veía la escena final de Babel (Alejandro González Iñárritu, 2006). El padre abrazando a su hija, desesperada en la soledad más absoluta y en el silencio del desamor total. Lo ví ahí, en ese balcón nocturno de Tokio, mientras escuchaba y me decía, "qué belleza, quiero esa música, ¡ya!". Me lo confirmaron enseguida. Ese tema era del pianista japonés Ryuichi Sakamoto, por supuesto. Asi que escuchando Bibo No Aozora, comprendí que no sólo podían ser imágenes, sino también sonidos lo bello y lo triste. Y letras, cómo no.
Por imagen o por sonido. Por la letra aún legible de la úlima carta que a sus 93 años me envió mi abuela y sigue guardada en un cajón. Por el limonero en el jardín. Por un beso, o por el recuerdo de una esquina de paraguas un día de lluvia. Porque no es nada más. Son sólo esas cosas sencillas e inútiles, que juntamos sin querer a lo largo de la vida. A lo largo del querer, con la vida.

miércoles, 16 de abril de 2008

Doble de movil


Hay una historia de amor, no correspondido, que se debate entre la ignorancia y la estupidez, entre el desconcierto y un número equivocado. El mío.
En verdad, está más equivocado el chico que mi número de teléfono. Es la cuarta vez que recibo un mensaje en mi movil de este chico confundido. Los primeros tres ocurrieron el mismo día, hace ya casi un mes. El cuarto, recién ahora. No le contesté nada aquella vez esperando que el pobre no volviera a ver a la chica, como se supone que ocurra con una que activó el Plan B de esa manera. O, que cuando la viera, asumiera la realidad: Han querido deshacerse de tí, darling...

Asi que ahora, con el cuarto intento de cabezazo, me he quedado pensando qué puede haber ocurrido en estos 28 días más allá de un perfecto cíclo menstrual, para que este chico insista y con semejante nivel dialéctico.

Primero, no puedo creer que no se haya dado cuenta de que se equivoca de número. Segundo, suponiendo que no se percató de lo primero, no entiendo cómo no se percata de que se ha equivocado de chica. 28 días sin señales de vida quiere decir que se ha muerto. Encima, el muchacho lleva 60 céntimos de euro tirados a la basura. Asi que esta vez le contesté, pensando más en su bolsillo; su cabeza es irrecuperable: "Tío, te han dado un número equivocado". Pero hubiera seguido: Si buscabas sexo, has perdido. Si querías una historia romántica, debes saber inmediatamente, que siempre es más romántico un amor imposible, que uno no correspondido.

miércoles, 9 de abril de 2008

Sin acento


Era eso, un helado de chocolate
al sol, sin derretirse,
o quedarse solo,
sin acento y sin despedirse.
Fue el segundo cigarrillo,
se encendió bajo la lluvia
sin querer y sin mechero.
Ese humo pasajero,
polizón, sin dinero.

lunes, 7 de abril de 2008

Teoría y estadística de una pobre incursión literaria



Estoy empezando a preocuparme. Si por algo escribo es porque me gusta. Así que cuando veo algo mío que no me gusta, escribir deja de tener sentido. Me refiero a una cuestión meramente técnica, pero me incomoda. Los títulos de mis tres últimos posts están compuestos todos de dos palabras enlazadas siempre por la misma preposición: de. Todo es de algo: de escape, de origen, de redacción. Me pareció agotador.
Alguna vez yo hice música, había estudiado poco, pero iba en serio, como ahora. El apogeo de aquello fue un concierto para unas 350 personas en un teatro importante de mi barrio. Nos pagamos toda la producción, unas vacaciones en la playa y nos hicimos un asado de novela. Escribir, salvo cartas a mi novia o exámenes en el colegio, no escribí jamás. Pero el placer que me da es muy parecido. Siento recuerdos de aquella adrenalina. Merezco irme de vacaciones igual.
Lo que también recuerdo y sé, es que cualquier actividad artística (o parecida, en este caso) que sea poco original, cansina y repetitiva es francamente desechable. Cambio de sentido, otro de más por allá y van cuatro sobre quince posts. Un 26,66% de agotadora efectividad anti literaria.
Después, hay otros tres títulos también de dos palabras unidas en dos casos por una preposición distinta a de y el tercero se lleva la palma uniendo con conjunción, y. Me aplaudo con dos dedos, del pié.
Es decir que de quince ideas de título hay siete con estructura casi idéntica: un 46,66%. Completan la estadística, tres títulos de dos palabras (lo breve, si malo...) y otros cinco híbridos. Yo sabía que era insoportable, pero nunca me había leído.
El único título que me gusta realmente es La batalla del desconocimiento. No sé por qué, me parece el más original y refleja muchas cosas que quería decir ahí. Me representa, suena bien.
Por lo demás, lo lamento. Voy a esforzarme en pensar títulos más ocurrentes, pero no me prometo nada ni a mi mismo. Salvo, que tengo en el borrador uno que se llama Dulce de leche. Dos palabras unidas por de. Pero ese, no puedo cambiarlo, ese dulce no puede hacerse de otra cosa. Será que todo, siempre, es de algo.

Un borrador, esos que se escriben solos en el metro.

viernes, 4 de abril de 2008

Vía de escape


En el Irlandés debo haber pasado al menos un décimo de mis últimos tres años. Ahí se produjeron cosas que jamás imaginé, otras que nunca pensé. Siempre, las que debieron pasar.
Para el trabajador normal, ciudadano común, habitante del rutinario barrio laboral, no hay nada como entrar a la mañana en el bar de todos los días y que antes de producir palabra, le pongan a uno el café de siempre.
Pedir una mesa, sentirse uno en su casa. Tomar un whisky sin intención, sólo porque me lo ofreció Francis. Aquella vez pensé que sería el último. Eran las cinco de la tarde y sentí toda mi inconsciencia en un vaso transparente, bajo.
Ahora hemos pasado de el Irlandés a Don Bareto. De Francis, a Paquito. Es como pasar de José a Pepito, pero en Francisco. Me persigue un nombre, una taza de café y una copa de vino. Paquito tardó menos de tres meses. Es verme entrar: "¡Mariiiiii, un cortado y un cruasán caliente con jamón y quesoooooo!". 9.45 de la mañana.
Ayer hubo una despedida y el lugar estaba claro, como siempre. Uno se puede ir, sin saber que está volviendo. Uno lo puede dejar, pero nunca se ha escapado.

(Foto: Nico) La Taverna Friends (conocido como bar El Irlandés) en la calle Pradillo, 30, Madrid. El viernes 4 de abril a las 00:20 hs.