martes, 27 de octubre de 2009

El lunes que no fue


A partir de las once de la noche dejó de ser lunes. De hecho el Moe se transformó en el lugar donde fue menos lunes de todo el mundo. La Bob Sands Big Band salió a escena sin previo aviso y desató un vendaval incontenible. Diecisiete científicos embravecidos se plantaron sobre un diminuto escenario de seis por cuatro y arrasaron con cualquier atisbo de inserción en la semana laboral, borraron la modorra de ahí hasta el mes que viene.
Nada era normal. Trece instrumentos de viento, más piano, guitarra, bajo y batería se venían encima y bastaba con verles las caras para saber que todos y cada uno de ellos tenían que estar (o haber estado en algún momento de sus vidas) completamente locos para hacer sonar lo que estaban haciendo sonar de esa manera.
Con poca luz y con dificultad contuve varias veces la respiración y logré tomar alguna que otra mala fotografía. Pero era un momento en que los oídos hacían ver más que los ojos. Nadie debería dejar de quitarse un lunes de encima de esa manera.

(Foto: Nico) La Bob Sands Big Band anoche en el Moe de Madrid. Todos los lunes a partir de las 22.30

domingo, 25 de octubre de 2009

Por los pelos



Era una mañana redituable. Desayunar un domingo en el Mallorca de Serrano y Columela no estaba previsto bajo ningún punto de vista. Pero las cosas suceden.
Me encontré cómodo al principio aunque, al rato, confieso que me sentí un poco desubicado por cierto pantalón rojo, pañuelos al cuello o algunas repugnantes gafas negras. Tanto, que me dieron muchas ganas de acercarme a ese señor y, amagando como para pedirle prestado el periódico, decirle: "Oiga, disculpe, ¿usted ve bien?". Pero es lo que tiene recurrir a estos barrios madrileños para poder comer un fantástico sandwich de pebete con salmón y aguacate. Además, la vida no está como para dedicarse a cambiársela a nadie.

Asi que lo dejé pasar y metí mi hocico donde corresponde, en el café con leche.
Cuando estaba terminando de leer El Corriere, a eso de las 12 en punto, ingresó al local Boris Izaguirre con el que tenía toda la pinta de ser su novio. Ahí la cosa ya me pareció demasiado, no quise interrumpirlos y me retiré.
Al salir por Serrano hacia Alcalá, paró un coche a mi lado. Era Yolanda, que bajando la ventanilla me increpó, diciéndome que era un maleducado por no haberle contestado el correo. Mientras, Julia me acariciaba la barba y me decía que estaba irresistible así, con cinco milímetros más de pelo en la cara, y que algunos ya tenían canitas y tal. Me desconcentré tanto que por un instante no supe que contestarle a ninguna de las dos.

Pero me recompuse. Pensé en Boris y sus ardores dominicales con su novio, en mi reciente acierto del salmón con aguacate y me deshice de otros mariquitas de la zona. Le grité a Yolanda que lo del correo no había sido un olvido, pero tampoco un error y que si me daba la gana me daría una vuelta esa noche. Luego me quité las manos encima de Julia, diciéndole que yo pensé que le gustaba de antes y que por cinco milímetros de pelos no puede uno enamorarse de nadie.
Yolanda ya había subido la ventanilla y huía doblando a velocidad por Columela. Julia, me besaba la mejilla mientras se ponía a llorar.

(Foto: Nico) La citada pastelería Mallorca de Serrano y Columela en Madrid, este domingo a las 11.45 de la mañana.

martes, 13 de octubre de 2009

Fuera de guión



Era un lunes ejemplar de otoño en Madrid. Festivo, 27 grados, cuatro de la tarde. Yo estaba tomando un café al sol en la Plaza Santa Ana cuando apareció Fito Paez con Ana de Armas y se sentaron en la terraza de al lado. Pensé que con Fito ya sólo me falta que venga a casa a tocar el piano el día de mi cumpleaños y casi nada más. La próxima vez ya le voy a decir "Fito, soy yo".
Terminé mi café. Al rato, mientras él abrazaba y besaba a mi hijos y me estrechaba luego la mano a mí, me pareció una injusticia que yo sepa tanto de él y él ni siquiera sepa quién soy. Nimiedades, como cuántas veces escucho un tema suyo en el coche por semana, que el nombre de este blog se inspira en una canción suya, o bien que este sábado estuve ensayando una versión extraordinaria de Tres agujas, grabada por Luis Alberto Spinetta, y que sonó muy bien.
Cuando me iba, me pasó por al lado Eusebio Poncela, que ni se enteró de que por ahí andaban Paez, Ana y más aca yo, y se metió en un bar. Asi que intencionalmente, corté la escena, dejé de hacer aparecer personajes y abandoné la plaza y la tarde.
(Foto: Nico) Reflejos, contrastes y dobleces cerca de Plaza Santa Ana.

jueves, 8 de octubre de 2009

El anarquista


Hace un tiempo me ronda por la cabeza una conjetura fantasmal: que la democracia ha dejado de serlo para transformarse en una mera subsidiaria del poder económico. Yo suponía que esta idea era vieja y por tanto inocua, pero una noche, hace un par de años, cuano la esbocé entre copas sobre una mesa de viejos amigos, todavía dio pelea y me llamaron hasta anarquista, cariñosamente, mientras me servían otra copa.
Yo no me refería a eludir ni puentear a la democracia (mucho menos en preferencia a otro sistema) sino a tener mucho cuidado de llamar a esto democracia. Porque alguien puede pensar que esto es verdaderamente el gobierno del pueblo y así, confundirse tanto, verse engañado de tal forma que prefiera en serio otra cosa, lo que sería realmente peligroso. Por eso propuse inventar alguna nueva palabra para nominar a esto que nos gobierna desde hace, digamos, medio siglo.

El ciudadano medio, por ejemplo, (solo del medio hacia arriba, claro) goza desde hace un tiempo de unos determinados derechos sociales dignamente ganados por nuestras generaciones anteriores. Ahora, justo ahora cuando la cosa se pone complicada -que son los momentos para los que se creó aquella protección- se habla de eliminar algunos de aquellos derechos, porque -según dicen- son esos derechos (nunca la avaricia de los poderosos) lo que no nos permitiría salir de la crisis.
Asi que me pregunto para qué sirven las leyes si cuando la cosa se pone difícil (o sea justo cuando hay que usarlas) se opta por hacer una excepción y no cumplirlas. O, dicho de otro modo, no me digan que esto es el gobierno del pueblo.

Probablemente, leer a Zygmunt Bauman (Tiempos líquidos/Tusquets) -que compré por casualidad una tarde de este verano en Buenos Aires- sea un poco deprimente; pero es que Bauman, dice unas verdades grandes como un tronco y quizá sea eso lo que me atrae; ese bálsamo que uno siente al toparse con una madera de verdad mientras nada en un mundo sucio, lleno de mentiras y de eufemismos. Aunque algunos viejos amigos me tenían más cerca a mi, me juego una apuesta contra el mundo a ver quién es más anarquita, si él o yo.

Foto: El anarquista, visto en el Aeropuerto de Roma, Fiumicino, el 15 de julio de 2007

domingo, 4 de octubre de 2009

Duerme, duerme negrita...



Culta, grande, hija de indios y de una provincia pobre, La Negra Mercedes Sosa era tucumana hasta la médula y tenía una voz prodigiosa. Con el bombo, el poncho y pronunciando la erre con "ye", acento tan particular del centro norte argentino. Y todo eso la hizo más argentina que casi todos y más latinoamericana que muchos. Luchadora de alma, de sangre pura.
En realidad me doy cuenta de que me duele. Es posible que la muerte de Mercedes sea la mayor pérdida musical de mi vida hasta la fecha. Porque yo tenía unos 12 años cuando mis padres me llevaron al Teatro San Martín de Buenos Aires a verla cantar, acompañada por unos músicos extraordinarios, guiados por el gran maestro Ariel Ramírez en el piano.
Y eso me marcó, porque no pude alejarme nunca más de La Negra. Y así, en mi infancia, pasé las horas con la oreja pegada al tocadiscos para seguirla escuchando, mientras al fondo se hacía el asado de los domingos. Mercedes fué algo así como mi antesala para más tarde conocer a Charly García, y después entender a Fito Páez.
Duerme, duerme negrita...

Vídeo: Mercedes Sosa cantando Duerme Negrito de Atahualpa Yupanqui.

sábado, 3 de octubre de 2009

Conversaciones con El Gaita (l)

Juan llega tarde. El Gaita ya va por la tercera...
-¿Qué hacés nene?
A la camarera,`Un Rueda Verdejo, por favor´.
-Sigues conservando ese toque de chaval mariquita, eh. ¿Por qué no te pides una cerveza?
-Dejate de joder Gaita, pasate al buen gusto, haceme caso.

Hace meses que no se ven. El Gaita y Juan mantienen sus diferencias, la guardia alta en una lucha que se les vence con los años. Pasa el tiempo, cada encuentro es como un ajedrez revuelto. Ambos saben que es mejor darlo por perdido y dedicarse a otra cosa. Pero se resisten.

-¿Te has cortado el pelo?
-No. Nadie se auto-corta el pelo.
-Vaaaleee.
-No, vale no. Tengo hambre y está mal formulada la pregunta. Es más importante el verbo ir, que cortar.
Interrumpe otra vez.`¿No puede ser en un vaso bajo de esos... Si, gracias´.
-Cortar... Ir, Gaita, ir. Sobre todo para mi, que aún puedo caminar, pero ya no tengo mucho para cortar ahí. ¡Jiri-poyas!... ¿Y de qué te reís?
-Llevas años aquí y no has aprendido ni los tacos, bah...
-¿Querés uno de allá? Andatealarrrrrep....
-Vale, vale. Oye, tengo una sospecha. Por casualidad ¿no te has ido a cortar el pelo, pedazo de cabrón?
-Si, poco y mal.
-Gracias por responder. Bueno, dejemos el pelo...
-Si, yo lo vengo dejando hace rato. Pidamos algo ya, por favor.
- A ver... ¿carne o pasta?
-¿Qué es esto, un avión? Te traigo aquí para...
-¡Pero si estos sitios que te gustan a tí son una mierda Juan!. Lo que te quería decir, escucha, es que no puedes seguir analiz...
-Sí, ya sé. Lo que te dije por teléfono no venía al caso, pero yo no puedo más con Yolanda.
-Eso ya lo sé... Qué ¿que pasó ahora?
-Es una mina que tiene las curvas al revés.
-¡Ja! ¿Y eso?
-Si, imaginate: la nariz ganchuda, el culo chato, tetas cóncavas...
-Para, no empieces a hablar raro. Habla en español tradicional, en serio ¿puede ser?
-No es una parábola de nada. Te digo que esa mina es al revés.
-Esta bien. Pero en todo caso ¿ahora te das cuenta?.
-... La mitad del tiempo no lo supe, la otra mitad no quise asumirlo, la otra mitad ya no supe qué hacer.
-No existe nada con tres mitades, ¡qué dices!
-En el caso de Yolanda, sí. ¿No te digo que no es normal?
-Has dicho que es al revés, que es distinto. Y además eso dependerá de dónde estés parado tú.
-No provoca cosas normales. Logra que interprete en tres mitades. Fijate vos...
-Tú interpretas demasiado. Estás jodido, eh...
-Si, no para de caerse. Hacia arriba se cae. Mirá... mirá...