lunes, 4 de agosto de 2008

Lado B. No sé si es Baires o Madrid

15:50. Aeropuerto de Madrid Barajas, domingo. Espero ansioso la llegada de El Cabezón, amigo mío desde que eramos así (...), que viene desde San Juan de Puerto Rico vía Miami. Hace cuatro años que no nos vemos... y sigo esperando. El avión ya está en tierra, en tierra de nadie. Contemporáneamente, el IB 6844 procedente de Buenos Aires también ha aterrizado.

16:05. Ariel Rot, harto de esperar igual que yo, se pasea con el móvil en la oreja y chequea alguna información con un agente del aeropuerto. Yo observo y pienso que en ese vuelo de Buenos Aires, además de unos 400 anónimos tendrá que venir ese que espera Ariel.

16:17. Se abren por enésima vez las puertas. Con gafas oscuras y una campera algo abrigada para la época, color azul oscuro y verde fosforescente, aparece Fito Paez acompañado de otro personaje desconocido. Ambos se abrazan finalmente a Ariel Rot.

16:18. Al carajo con mi querido Cabezón. Me dirijo a encarar a Fito sin tener idea qué ridiculez le diré.

(con mi mano izquierda dándole una palmadita en su hombro derecho)
- ¡Fito! ¿qué hacés, venis a Madrid y no me avisas nada, che?
- ¡Hola! Claro, je, je...
- Te vi aca hace tres meses con este (por Ariel) y volvés así...
- Si, ¿viste? a visitar al cuñado (risas)
- Bueno, suerte viejo. Chau, che.
- Chau viejo, chau, chau...

Ahi está, de domingo por la tarde y con 38º. Fué el segundo diálogo con Fito en el año. Récord absoluto para tratarse de uno de mis ídolos. Este, el más cercano y directo que tuve jamás.

16:38. Aparece el Cabezón. Cuatro años, una hora y cuarenta y ocho minutos.