sábado, 28 de febrero de 2009

El siervo macho


Yo vivo en un país multicolor, en un edén, rodeado de mujeres, donde gracias al último ajuste de plantilla he quedado atrapado como el único representante del género masculino. Trece mujeres, el periodismo y yo. Nunca me había pasado una cosa así ¡Hombre de Dios!

Por un lado ¿qué hombre no soñó (sueña) con estar rodeado de mujeres? por el otro, como un niño que crece, necesito un referente masculino al lado, alguien que grite un gol, que discuta de política, que diga tacos de vez en cuando y que no hable, sino que mire mujeres. El mandato divino parece ser algo así como te arrastrarás por una redacción y verás mujeres todos los días de tu vida. O la dieta de la manzana.

Así que me hice amigo del ciervo, él es el único referente que tengo de un ser vivo macho en un radio de cinco metros a la redonda. En el fondo es triste, porque ni siquiera es un ciervo sino una imagen de este. Todo lo demás es sexo femenino: las periodistas, la cafetera, la puerta, la ventana, las impresoras... El ordenador no me vale porque para mi es la computadora.

Sería triste hacerme amigo de el papel, el papel en blanco, aunque es el único que de verdad puede entenderme. No soy más que un siervo.

(Foto: Nico) A mis compañeras, con cariño.

4 comentarios:

Sulizhen dijo...

(Esto no es para que lo publiques: excepto quizá la última vez y en el título, creo por el bichejo que quieres decir ciervo...) :P

Nico Carletti dijo...

La verdad es que más allá de mi conocida brutalidad ortográfica y evidente poco control posterior, los Ciervos centrales son con C, seguro. El último la intención era con S, y queda así. La intención del título era doble, asi que ya lo he cambiado tres ceces y queda asi. Disculpas a todo buen castellano.

Anónimo dijo...

No se si yo podrìa sobrevivir una semana entre ellas. En verdad, creo que -atento a sus caracterìsticas, individuales- me las pasaria mirando, claro que al ser compañeras de trabajo, habrìa que tener cuidado porque, en estos casos, el trabajo està primero y cualquier roce o disenso, se convierte en una mancha para todos los dìas. Es una situaciòn dura. Ademàs, es el ambiente ideal para quedarse quieto, me parece. El lobo en el corral de los corderos, no los persigue, los lame, me imagino. En este caso, te debès sentir muy solo, claro. vivir entre seres tan distintos, no? con sueños tan disimiles y locuras tan irresueltas, debe ser insuperable. No me imagino en una prision asì.

Ana dijo...

Joe, carletti, lo llego a saber y antes de migrar a nuevas latitudes laborales, me hubiera lanzado algún erupto viril, hubiera comentado los resultados futboleros, me hubiera tatuado un dragón de komodo en el cuello y hasta hubiérame rascado salva sea la parte. pobre, tanto planillo y tan poca testosterona!!!