martes, 20 de enero de 2009

Anestesia local



Todo fue de menos a más, los rumores, la angustia... Esta vez tocaron sensiblemente el alma de mi propio jardín de gente. Todo iba ganando posiciones como cuando uno se avalanza desde la barra, a la mesa mejor ubicada; o desde la puerta misma de casa, exhausto, al sillón. Y se deja caer, se deja envolver, se deja morder.
Ya sé, aquello no era nada personal conmigo, pero me lo tomé mal. Se están abusando de mis profundos deseos de permanencia en ese mercado de elegidos para saborear la vida de una manera complicada pero muy, muy amena.

Y dale que te abrazo, y dale que te achucho... dale. No deben practicarse despedidas de los lugares donde uno sabe que va a volver. Para nosotros -para esta gente- el trabajo es una mera aunque importante excusa para tejer nuestra telaraña en la sociedad, pero si no se teje ahí se tejerá en un bar. Aunque para los otros el trabajo ha pasado a ser la excusa misma, como una gran lavadora, donde se muerden los labios y se lavan las culpas tratando de no aparentar lo que en realidad desean: volver a administrar la esclavitud.

Y será así, como iremos a ver el mundo por nuestra propia cuenta, desde otro lado. O nos veremos obligados a tomar cada vez con más frecuencia una copa de vino en paz mientras escuchamos un poco de jazz. Porque según parece, no haremos nada más. Salvo eso, aplicarnos anestesia local.

A la izquierda, Dave Pybus y vino en el Café Central . Derecha, sillón y vino.
Fotos y montaje: Nico.

La expresión "jardín de gente" está inspirada en la canción de Luis Alberto Spinetta

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y como se sabe que se volverá? Yo no desperdicio nunca un achuchón.

Bessos

Anónimo dijo...

yo tampoco.