viernes, 17 de julio de 2009

Mi Buenos Aires turista



La Cultura de las Ciudades, de Lewis Mumford, segunda edición, impresa el 7 de noviembre de 1957; La Cuestión Social, de Johannes Messner, noviembre de 1960; tres tomos encuadernados de Historia de la Filosofía, de Émile Bréhier, marzo de 1962. Al azar, tres reliquias de la extensa biblioteca que acuñaron durante años mi padre y mi madre. A dónde ha ido a parar todo esto para que yo escriba semejantes banalidades.

Acababa de terminar de jugar al fútbol en la calle Thames. Pensé que conocía mi barrio perfectamente y que entonces un miércoles cualquiera y lluvioso de julio no sería necesario una reserva previa en Rosa Negra, asi que nos mandamos directamente para Dardo Rocha. Pegó en el palo, estaba a tope y hubo que esperar mesa quince minutos. En ese interín, se detuvo ante nosotros para ponerse la chaqueta el Dr. Claudio Zinn, ex doctor televisivo de las tardes para las señoras y amas de casa, actual Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, actual perseguidor del temido virus H1N1. Instantes después, vestido de negro y de ojos claros, se apoyó en la barra y en su teléfono móvil uno de los Bakchellian, ex dueños de Gatic, concesionaria durante décadas de la firma deportiva Adidas para la Argentina, actual amigo de algún socio en problemas, actual ocupado en frecuentes viajes al Uruguay, etc, etc, según mis aguzados oídos llegaron a percibir.

Yo quedé sentado mirando hacia una enorme pared-bodega, llena de botellas polvorientas y bien iluminadas. En la carta, amplísima, aparecían no menos de cien vinos, que iban desde los 50 a los 900 pesos (redondeando, desde los 10 a los 180 euros).
Veinte minutos antes, a sólo mil metros de ahí, mezclado con un barrio bien, a medio camino entre mi casa y Rosa Negra, un chico de unos once años vistiendo una simple camiseta en plena noche fría y húmeda, hacía malabares con tres pelotitas de goma en un semáforo de Perú y Avenida Santa Fé. Nada que ver con los chavales de Abascal y Castellana. ¿Cuánto podría tener que ver un vino de 900 pesos (medio sueldo) con ese pibe argentino?
Durante el aperitivo, al morder un pan, me dio una punzada terrible en el maxilar del lado derecho. Recordé lo mal que jugué y el pelotazo que acababan de darme en el partido; pero como no había utilizado el maxilar hasta ese momento no me había percatado del daño. Pensé que aquello me arruinaría la cena, el pelotazo, las pelotitas de goma, la lluvia de siempre. Me veía pidiendo sopa mientras pasaban manjares consistentes por mis narices. Me iría a hacer malabares con el pibe, o cualquier cosa menos usar el maxilar.
“Tráigame el Malbec, este Malbec, por favor…”

Investigación sobre el Entendimiento Humano, de David Hume, impreso el 25 de agosto de 1945. ¿Hasta dónde se puede llegar? Algunas cosas se han ido perdiendo en los sucesivos cruces del Atlántico, otras tantas siguen aquí.

(Foto: Nico) 18.30 horas. Calle Alvear y el río, Martínez (San Isidro) La gente se reúne a tomar mate y tocar la guitarra al borde del Río de la Plata. Mientras, por el horizonte, aparece desde el Uruguay una luna grande como un queso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acá se puede llegar a todo. Pero, ¿no te encanta volver?

Abrazo,
Merlina

Nico Carletti dijo...

Merlina, claro que si. Pero la macana es cuando sentis que lo que más te gusta de tu propio lugar es volver... y casi nada más. Abrazos porteños.