domingo, 28 de febrero de 2010

Pan con manteca y el hielo de Vancouver


A las dos y cuarto llamó Edmond y en media hora estabamos comiendo en el Irlandés. Yo venía de una semana horribilis, asi que el llamado de Edmond fue un bálsamo, y siendo ya viernes por la tarde,  me preparaba para irme a cualquier lado y el Irlandés podía ser todos.
-¿Cuánto hace que vos y yo no comemos acá, che?
-Jo, tío ¿Tú y yo?... ¿aquí?... mogollón. Es increíble... este lugar, es...
-¡Qué bárbaro! La última fue aquella vez...
-Si, tú te estabas yendo, creo...
-No, era un fin de año en esa mesa, ahí...
-Si, ahí; sí...
Hacía un par de meses que no sabíamos nada el uno del otro y había que ponerse al tanto. Me preguntó por el Gaita, pero no me animé a decirle mucho más. Lo importante era el reencuentro y que estábamos sentados allí . Cuando ibamos a pedir la comida se nos acercó Jessi, con su inefable look andino. Había vuelto a trabajar al Irlandés, como Marlene, aquella noche de perros.
-¡Hoooola! -me reconoció.
-¿Pero entonces? ¿vos también volviste?

Edmond miraba el menú y yo a Jessi. En líneas generales la grasa se nos acumulaba bien, la frente seguía alta y la familia crecía; sobre todo la de Edmond, que se acababa de mudar de casa y que con el carné de CC.OO. en la mano se quejaba de la tentación de comprarse un coche pijo. Después me determinó su particular línea con la que separa alguna gente desagradable de su entorno. Yo le aseguré que lo pasaba bien con y sin carné, que me habían dado mas responsabilidad con un aumento de mierda y que el flujo de información era tal desastre que temía que empezara a influír en mi humor. Tanto, que me había pasado una noche en vela viendo cómo Min Jung Kwak,  una coreana de 16 años, se deslizaba sobre el hielo en Vancouver; se elevaba, daba vueltas como un molinete y descendía como una seda un poco más allá sobre el mismo hielo. Y no se equivocaba nunca... nunca. Y ahí estabamos, Edmond y yo, comiendo y dando vueltas sobre lo recurrente: la economía, las mujeres, la escasez, la abundancia, el peligro y el sueño... En fin, reconfirmando nuestra edad y la monumental pereza que da el mundo. Quizá nos faltaba convencernos de que sobre la vida hay que patinar -preferentemente como Kwak- y si uno se equivoca en el fondo no pasa nada.

-Me acuerdo siempre de tí, dijo Jessi
-¡No hagas eso!, le repliqué.
-Sí, porque por la mañana pedías la tostada con mantequilla como "pan con manteca", siempre me acuerdo.
- ...
Le iba a decir algo, tipo: Jessi, ¿vos sabés lo que estas diciendo? ¿sos consciente de tu forma de recordarme?. Pero no le dije nada y fuimos cerrando la charla con Edmond.
Cómo se le ocurre; recordar mi pan con manteca... Hay que ver...

(Foto: zimbio.com)  Min Jung Kwak patinando sobre el hielo de Vancouver

1 comentario:

Edmond dijo...

Quien fuera irlandes para verlas casi siempre. Saludos.