lunes, 27 de septiembre de 2010

El descuido insólito

En un descuido, mientras sacaba las prendas de la lavadora, Berto se metío dentro; asi que cuando fuí por la siguiente porción le cogí sin querer y al mirar qué cosa extraña había, vi a Berto, que ni se inmutaba. Como contrapartida, un par de días atrás, Billie se precipitó a tierra desde el primer piso y se dió una hostia monumental, colofón de días y días correteando al borde del precipicio.

Le contaba esto a Yolanda y a su vez le decía que la felicidad, cuando aparece, es demasiado fácil de asumir, sobre todo en comparación con la angustia, que más que aparecer o desaparecer sería el estado natural del hombre. Y así, se gasta una cantidad ingente de energía en obtener una felicidad efímera, cuando sería más productivo aprender a tolerar la angustia con valor, lo que nos haría casi tan felices como si fuéramos felices.

Una analogía del propio universo, en el que el estado natural de todo es el frío y la oscuridad, salvo por una fortuita cercanía o no a una estrella. Pero Yolanda no me entendía, y se llenaba la boca con café, y en un descuido insólito dijo que era feliz teniéndome a su lado, como si fuera un lugar dónde se podía ser feliz a pesar de todo.

(Foto: Nico) Berto

3 comentarios:

Unknown dijo...

¡Cómo me gustó esto! De principio a fin.
Maravillosa la idea de intentar tolerar la angustia en lugar de extenuarse en intentos de felicidad fugaz.
La escena final con Yolanda, que inicia tan metafísica y termina con tanta ternura me encantó.
Gracias por compartirte.
Un beso
Beli

Nico Carletti dijo...

Grazie a te, Beli. Ya sabés, yo sólo me comparto porque partirse es mucho más doloroso.

Unknown dijo...

Qué grande la reflexión sobre la felicidad y la angustia. Qué grande.