viernes, 20 de noviembre de 2009

Conversaciones con el Gaita (II)



-Bueno, tranquilizate un poco. Come, hazme el favor.
-Si, tranqui. Te digo una cosa... -A esto la falta oliva che ¿no le pedís a la mina esta?- mi próximo libro se va a llamar "Los colores de Yolanda" pero lo voy a publicar en braile.
-Veo que sigues en tu nivel ¿eh?. La ironía ácida, la tendencia parabólica. ¿No puedes hablar llano, se puede saber qué quieres decir?
-No, no se puede; me gusta así, me siento cómodo. Voy a contar los colores de esta mujer de una forma tan extraordinaria, que no va a importar verlos. Se podrán sentir. Eso sería un absurdo total. Pero si llego a descubrir que ese absurdo tiene sentido tal vez comprenda que Yolanda también lo tiene.
-¿Semejante meta infraestructura para encontrar el sentido de una mujer?
-No. No te preocupes, no va ahí el sentido de mi vida, a lo sumo es un experimento. Todos lo somos. Yo trabajo a la gente.
-¡Venga! tu te trabajas a las tías.
-Eso no es verdad. Sólo a algunas.
-Entonces...
-¿Entonces qué?
- ... Qué tendría de malo o de raro. Supongamos que Yolanda sea al revés como tú dices, un experimento, o un trabajo, igual que tú, que yo... ¿Por qué no lo dejas ahí, no es sufuciente?
-No estaría mal, quedaríamos todos igualados. Pero no me cierra; y además ¿para qué resolverlo?
-Ya. Y oye, cuando te refieres a `trabajo´ ¿te refieres a un free-lance?
- Si, un free-lance, si. ¿Es todo lo que tenés para decir, Gaita? ¿No se te ocurre algo más gracioso?
-Oye, porteño de mierda, a mi no me hables así ¿vale?
-¡Ja, ja, ja!
-... ¡joder!


(Foto: Nico) Quizá te interese el Capitulo I de "Conversaciones con el Gaita" O quizá no te interese ningín capítulo.

2 comentarios:

Tian dijo...

cuando se habla de los colores de una mujer, debe querer significar el arco iris, que son los distintos estados de animo. A algunas les faltan los colores vivos y poco a poco nos van sumiendo en la oscuridad al acercàrnosles.

Tian dijo...

Y los colores se abren y se cierran como las plumas de un pavo real, y còmo hacer para captar el mejor instante de un pavo real. Hay que esperar a que esparza su cola.