miércoles, 14 de julio de 2010

El terreno baldío

Habíamos cruzado durante horas por un camino polvoriento, lleno de bichos y nubes de evolución. Sin inmutarnos, accedimos a respirar ese olor a campo de verano y observábamos con lentitud cómo seguía pasando el tiempo. Al recostarse, sus piernas adoptaron una posición en forma de cuatro y mientras nos dormíamos balbuceábamos el recuerdo de cómo habíamos llegado hasta allí, por qué todo nos agotaba y nos gustaba tanto; qué razón se escondía en aquella tarde color de durazno.
(Foto: Nico)

1 comentario:

Pombolita dijo...

Pues si, yo digo que me gusta lo que explicas...