viernes, 4 de diciembre de 2009

Noche de perros



Entré y ví a ese hombre supuestamente inteligente en su tarea habitual: acechando corazones despoblados; trabajando, al fin y al cabo, un eslabón más de su prosecución de mujeres tristes, siempre a base de polvos robados, intrascendentes. Me senté, pedí un blanco Rueda y lamenté saber un poco quién era. Temi enormemente transformarme en eso.
Afuera hacía frío y la gente seguía llegando. Pasadas las doce de la noche entró una perra, blanca y marrón. No pidió ninguna copa. Sólo buscaba calor con sus ojos, porque se sentía sola, abandonada y perdida. Igual que ella, pensé.
La gente estaba un poco bebida pero la solidaridad con un alma en pena (aunque sea de perro) se mantenía intacta. Entre copas, cigarrillos y mimos de desconocidos, se sintió más segura que afuera. Igual que ella, pensé.
Media hora después, se reencontró milagrosamente con su dueño.

(Foto: Nico) Bar El Irlandés, viernes 0:30 am. Quizá te interesen otras historias en este lugar.

3 comentarios:

Ana dijo...

¿¿me estás diciendo que me perdí el mejor momento de la noche?? porque no osarás llamar "perra" a ninguna de tus muy encantadoras y deliciosas amigas, ¿verdad, piz? El irlandés es un tesoro.

Nico Carletti dijo...

El Irlandés guarda momentos que son un verdadero tesoro para mi. Mis amigas no son unas perras aunque alguna, a veces, ladra demás. Sólo te has perdido algún ladrido...

Tian dijo...

Muy bien, muy bien, Carletti, evocando a los Beatles argentinos!!! muy bien, me emocionò. Ahora, de què se trata esa salida "sabinesca" de la que nos instruye? Esta muy claro, que fue un animal quien ingresò al lugar, no haga caso a comentarios provocadores. A propòsito, aquel que flirteaba con las mujeres, què tiene que ver con usted?, no me asuste Carletti, no me diga que se tratò de un espejo porque no le creo. Un saludo a Usted y toda la aficiòn española desde la porteña Buenos Aires.